jueves, 10 de mayo de 2012

San Pedro de Viana, de discoteca a joya


San Pedro de Viana, de  discoteca a joya
Una niña en uno de los recovecos de la nave lateral cubierta que albergó misas hasta mediados de la década de los sesenta

Ahora parece impen­sable. Es más, hubiera sido imposible obtener el permiso para una discoteca en uno de los recintos de las ruinas de una iglesia que con­serva los únicos vestigios nava­rros -junto a la de San Cernín de Pamplona- del protogótico del si­glo XII. Pero en 1977 la sociedad no era muy proclive a salvaguar­dar su patrimonio y durante dos años funcionó esta sala de fiestas. Su punto final no llegó porque al­guien se echara las manos a la ca­beza y se empecinara en proteger la iglesia más antigua de Viana. Simplemente, sus propietarios encontraron otro lugar mejor y echaron el cierre.




El encierro entrando en San Pedro
Aunque en 1979, la Institución Príncipe de Viana da dio un tímido paso para evitar que los restos del recinto religioso se vinieran aba­jo. "Se desmontó el campanario y casi la totalidad del torreón del si­glo XVI con partes del medievo. El 20 de enero, se habían caído las campanas rompiendo la cúpula neoclásica y había temor porque otro desplome terminara por des­truir todo", explica Félix Cariñanos San Millán 





Este docente de 63 años, licen­ciado en Filología Románica, An­tropología y Etnografía, ha sido uno de los vecinos de Viana que más se ha preocupado por recopi­lar la historia de su patrimonio. Todos los años -y desde hace cua­tro décadas- organiza una o dos exposiciones sobre la cultura local y esta vez le ha tocado a San Pe­dro. Aunque su interés por esta iglesia no es nuevo: en agosto de 1989 publicó una noticia en Diario de Navarra que tituló "Encierro gótico en Viana". 

 "Hice una especie de parodia, comparándolo con la del Pilón o los de San Fermín diciendo que este era de gran valor artístico porque discurría entre las ruinas de San Pedro. Es cierto, que las au­toridades locales velaban porque la puerta estuviera cerrada. Pero los mozos la abrían al ganado". Por suerte, en esta década la reva­lorización del patrimonio local es­taba en la agenda de Príncipe de Viana. "Y al día siguiente habían quitado todas las piedras y limpia­do el interior", recuerda. 




Fortificación Liberal 
Como en todas las ciudades con más de dos parroquias, San Pedro y Santa María de Viana tenían muy bien delimitados su feligre­sía. "Y a ésta pertenecían los que vivían al oeste de la plaza de Los Fueros", explica Cariñanos. Pero la primera Guerra Carlista relegó la vida religiosa y convirtió a San Pedro durante el siglo XIX en for­taleza de los liberales. "Para ellos era una defensa inmejorable por­que esta parroquia nació también como fortaleza. La muralla que rodea su patio posterior es una atalaya perfecta desde la que se ve Navarra, La Rioja, País Vasco y hasta Castilla". 

 En 1844 -dos años después de que José de Nagusia, arquitecto de edificación del Palacio de Diputa­ción de Navarra aconsejara su de­salojo- se vino abajo. "Se cayó por problemas arquitectónicos ya que la estructura gótica no pudo soportar los nuevos elementos, como una sacristía renacentista en el ábside o el bajo coro y la cúpula del Neoclásico. Y tampoco eran años en los que hubiera dine­ro para su mantenimiento. La de­samortización de Mendizábal de­jó la titularidad en manos locales y en 1837 en Calahorra se hizo una subasta con todo su oro y plata pa­ra mantener a la guarnición libe­ral aquí acantonada", explica Cari­ñanos. "Y con muchas de las pie­dras que quedaron esparcidas por el suelo se adoquinaron las ca­lles de Viana en la segunda mitad del siglo XIX'. 

 De recuerdo de su antigüedad queda, según se entra en direc­ción norte, los restos del antiguo ábside protogótico. Y se conversa a la izquierda una nave ya entrada en el estilo Gótico. "Aunque se des­moronó conservó el título de pa­rroquia hasta 1847. Y curiosamen­te hasta mediados de 1960 conti­nuó cobij ando las misas de los que vivían cerca en esta nave cubierta. Se había dejado el retablo de la Virgen del Rosario ahora en la pa­rroquia. Yo mismo de pequeño he asistido a estos oficios religiosos que dirigía el párroco o coadjutor de Santa María el domingo por la mañana temprano". 

 El progresivo deterioro de San Pedro se cortó de raíz en 2001, aunque ya en 1965 hubo un tímido intento por ser Año Jacobeo. El Ayuntamiento -al que el Arzobis­pado cedió la titularidad en 1988-aprobó un proyecto de consolida­ción de los 600 m2del conjunto ar­quitectónico que, debido a su complejidad, se acometió en cinco fases. Tras ocho años de trabajos y una inversión de más de 1,5 millo­nes de euros -que también com­prendió la conocida como casa de la Primicia, la antigua discoteca-dejó la sillería libre de maleza, se recubrió el suelo con pequeñas piedras, se iluminó con luz orna­mental el conjunto y se sacó a la luz la bóveda de crucería de la na­ve, tapada por un falso techo. Y gracias a esta intervención, ahora sí, Félix Cariñanos ha podido titu­lar su exposición como San Pedro, una maravilla en Viana.

Una iglesia también con sus propias leyendas

Entre las piedras deSanPedro sehantejido leyendas, aunque en este caso incluso con documentos que le dan su parte real. “Hace años unamujerme contó que su abuela decía que durante la invasión francesa un soldado galo en la nave cubierta decapitó una figura del Niño Jesús el 5 de enero de 1808. Una vecina al verlo le maldijo deseándo le que otra espada le cortara a él la muñeca con la que había descabezado la escultura.En el muro que rodea el jardín de San Pedro en septiembre de 1808 se encontró a un soldado francésmuerto al haberse desangrado por un tajo precisamente en esa parte del cuerpo.Yasí lo certifica el médico en un documento que aún se conserva en el archivo municipal”, cuenta Cariñanos. “En ese papel, el párroco añadió de su puño y letra que era el soldado francés del Niño Jesús”.Quizá el sacerdote aprovechó la casualidad para aumentar el fervor entre los feligreses. “Aquel galo acabó enterrado en el jardín de San Pedro que se utilizaba como cementerio. En el medievo, como en otras iglesias, a la gente con dinero se le daba sepultura en el interior de la parroquia.“Y aunque pertenecieran a Santa María, si morían dentro del término adscrito a San Pedro se les enterraba aquí. Tal vez porque eso suponía dejar dinero en la iglesia”, añade Cariñanos.



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